Pasados unos días, en un lugar se encontró con unos camaradas. Al salir del lugar de la reunión a la
que llegaron aplicando las normas del trabajo secreto, notó un movimiento
sospechoso en una de las esquinas, Al parecer lo habían seguido hasta la zona y, al moverse con agilidad para
entrar al local, lo perdieron. Tocó
su pistola nueve milímetros. Miró
y llamó la atención a los compañeros, pero la posible cara del agente se había esfumado. Eran las nueve de
la noche. Avanzó y se despidieron en un lugar conocido, siempre escudriñando si
eran seguidos. Concluyeron que no, sin embargo, uno de ellos le preguntó a
Jorge “¿No quieres que alguien te acompañe?” “No, tranquilo, me parece que
todo está bien” y alzó la mano en un gesto de despedida. Tras caminar algunas
cuadras en zig – zag y virar una esquina, ¡vio una sombra, dos, tres, que lo
seguían!, “¡chucha!” dijo “¡me han estado cazando!” sacó la pistola y la rastrilló
para meter una bala en la
recámara “¡Aquí solo me toca vender
cara la vida!. Creo que me jodieron,
pero no les va a resultar fácil, ¡Bien me dijeron los compás que viniese
acompañador Se dijo a si mismo mientras la noche envolvía el barrio apartado
cerca del parque Bolívar. Se pegó a la
pared y miró las sombras que se acercaban. Apuntó a la sombra más cercana
cuando ésta sacó la cabeza, Disparó. “¡poooom!“ sonó como un trueno en la
noche. Tras él, se oyó un grito ronco, desgarrador. “¡Aaaayy!”- Luego un peso que
cayó al suelo- “¡cuidado!” dijo una de las sombras “¡está armado!” Jorge se cambió rápido de
lugar, siempre pegado a la pared. Volvió a apuntar “¡pooom!” sonó el segundo
tiro. Se oyó un “¡ay!” pero no cayó ningún cuerpo. “¡mierda, solo lo herí!” Tenía seis
tiros. La oscuridad era de
muerte. De pronto sintió un
raspón sobre la sien derecha y luego, casi inconsciente por el golpe, escuchó
un sonido sordo: “¡puumm!” Se tocó la frente con la mano izquierda. Sintió algo
caliente. Se sentía mareado pero
clavó los ojos en las sombras de la oscuridad que se movían. ”¡creo
que le di!”. Se escuchó una voz “¡acércate
por el lado derecho!” Escuchó medio sonámbulo. Sus nervios y reflejos, educados
en el arte militar desde antes de ser
militante y luego cuando ingresó al partido y mejoró políticamente en el conocimiento del uso de las
armas, le habían enseñado que un combatiente, si está herido, puede combatir.
Se dejó guiar por sus reflejos. Apretó firme la
pistola nueve milímetros. La
dejó caer para que la sangre fluyera con más fuerza hacia la mano. La levantó y apuntó. El farol
proyectaba la sombra que cruzó. “Allí está” pensó. Midió mentalmente y
apuntó hacia donde calculó que, en
el siguiente movimiento se desplazaría la sombra. Apenas vio la proyección de
ésta, ¡rápido como un destello disparó! “¡Ayy!” escuchó el grito y el cuerpo
que cayó rotundo sobre el piso” “¡Este
hijueputa dispara de memoria!” dijo el último pesquisa. Quedaban uno a
uno. Jorge se tocó la frente y sintió una húmeda calidez. Brotaba la sangre y sentía un vahído. Se acurrucó bien y miró la estatua de Bolívar a lo lejos,
en el parque. “¡mierda!” se dijo “Quería morir combatiendo pero no así, cercado
por unos miserables” Se detuvo mentalmente y reflexionó “Bien, pero la hora
llega y hay que enfrentarla. Ya solo queda uno ¡Aunque estoy herido no te seré fácil cardumen! O mueres tú
o muero yo, ¡verás cómo pelea un combatiente comunista, hijueputa!”....
La muerte
de Enver Hoxha en la República Popular de Albania y el ascenso a la primera
secretaría del PTA del revisionista Alia estremeció más la sensibilidad interna
del partido luego del "suicidio" de Memeth Shehu y la caída del socialismo en la tierra
de las águilas por obra de traidores.
Xavier
Montes, el segundo secretario
del PCMLE, era respetado y querido.
Olmedo Quilema era uno de los ejes del colectivo. El poeta Ansuasti y Ubaldo
recogían en un crisol la confianza de los comunistas al ejercer su papel
dirigente. ¿Y Simisterra? ¿Dónde se ubicaba "el mosco" si la lucha
era contra "los revisionistas"? Bajo el resguardo de la figura mítica de Simisterra fue surgiendo
un grupo que abanderaba la lucha contra Montes y Olmedo Quilema, y no se
quedaban atrás ni "el gordo", ni el poeta. ¿Eran revisionistas? Una
figura que había sido delegado internacional, jefe del movimiento político,
abierto, de masas, diputado nacional: Morejón, se erigía como el cuestionador
de "los revisionistas" y como el adalid de las "tesis" del
"mosco Simisterra". La lucha ideológica estaba al centro. Era la
vida del partido, mucho más del Comité Central y se iba perfeccionando. Nadie discutía la calidad de jefe del "mosco" a pesar de su ojo
cuingo resultado de una operación al cerebro
en Cuba de la cual salió bien librado pues podía haber muerto. Solo
quedó como rastro el ojo bizco
oculto bajo sus gafas. Su figura
aquellos años era impresionante. Con su sombrero, su pipa y juego de utensilios de acero pulido para limpiarla
mientras turnaba durante los Plenos y recogía en una libreta de cuero los apuntes del debate.
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