La defensa de Stalingrado fue una epopeya en la guerra soviético-alemana.
No se tiene recuerdo de que lo que sucedió allí haya ocurrido en otras guerras.
Parece increíble que una ciudad no fortificada y defendida sólo por un
puñado de sus habitantes haya podido resistir los embates, numerosos y
violentos, de un ejército tan poderoso como el alemán, especialmente preparado
y provisto de las más perfeccionadas armas.
Tan grande era la seguridad que tenían los alemanes de que Stalingrado
no podría resistir el empuje del alud atacante, que en el mismo día de su
llegada, ante la plaza, emprendieron el asalto y, con gran sorpresa para ellos,
fueron rechazados. Muchas veces repitieron el asalto, pero los defensores nunca
retrocedían.
La lucha continuó durante varios meses, con ímpetu, pero Stalingrado
continuaba resistiendo.
Miles de aviones la bombardeaban día y noche destruyendo sus casas;
centenares de grandes piezas de artillería la azotaban con fuego incesante; los
zapadores colocaban minas para completar la destrucción con enormes
explosiones.
Stalingrado estuvo casi totalmente destruida. Como no quedaban casas en
pie, los habitantes construyeron cavernas debajo de las ruinas para vivir en
ellas, y de allí salían para rechazar las nuevas y furiosas arremetidas del
enemigo. Cuando ya no fue posible combatir sobre la superficie, los defensores
de Stalingrado recurrieron a la guerra subterránea.
Luego vino lo estupendamente increíble. Los heroicos defensores de
Stalingrado, socorridos por los ejércitos rojos que llegaron a los alrededores
de la ciudad mártir, emprendieron la ofensiva contra sus sitiadores. Lograron
rodear al ejército alemán y tomaron la iniciativa. Todas las tentativas del
alto mando nazista para ayudar a sus soldados bloqueados fracasaron. El
ejército que con tanta confianza en sus fuerzas llegó a Stalingrado para
apoderarse de ella, fue tomado prisionero, con una inmensa cantidad de
armamentos que comprendían tanques, vehículos a motor, aviones, cañones,
ametralladoras.
Es natural, entonces, que todos se pregunten: ¿Cómo alcanzaron los
defensores de Stalingrado tan increíble éxito?
¿Qué hazañas tuvieron que realizar?
¿Qué sufrimientos soportaron viviendo bajo el terrible fuego aéreo y
terrestre, que no cesaba de día ni de noche?
Nadie puede contestar con más claridad a estas preguntas que sus mismos
defensores, los héroes de la defensa inmortal.
Nadie mejor que ellos para relatarnos la verdad de la epopeya. Por eso
presentamos a nuestros lectores esta edición que contiene, traducidos, los
relatos que fueron publicados en Moscú por los defensores de Stalingrado. En
esta edición aparecen indistintamente los relatos de altos jefes militares y de
soldados, y también testimonios de los sufridos habitantes de la ciudad
heroica.
En forma simple, modesta y sincera los protagonistas de la epopeya nos
relatan los hechos de los cuales fueron testigos, nos dan a conocer las
impresiones que provocan en el alma del soldado el combate moderno que no dura
un solo día, sino semanas y meses enteros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario