viernes, 11 de septiembre de 2015

Enver Hoxha y su tiempo (1908-1985)

Ya disponible tomos II y III
Enver Hoxha nació en 1908, en una Albania en plena ebullición, las manifestaciones por la liberación del país de la dominación turca, se sucedían por doquier. Cuatro años tenía Enver cuando, en noviembre de 1912, Ismaël Kemal proclamó la independencia de Albania. Ese mismo año tuvo lugar en Londres la Conferencia de los embajadores de las grandes potencias (Alemania, Austria, Hungría, Francia, Italia, Gran Bretaña y Rusia) que reconoció formalmente al nuevo Estado, pero bajo tutela y con la designación de un príncipe alemán como «rey» de Albania y adjudicando a Serbia la mitad del territorio albanés: el problema de Kosovo había nacido.

Doce años tenía Enver cuando, al finalizar la I Guerra Mundial, fue elegido el primer Parlamento nacional albanés. Grecia, y sobre todo Italia, no renunciaban a sus pretensiones; de nuevo los albaneses se rebelaron para exigir el reconocimiento de sus fronteras. Codiciada, peón en el tablero de las potencias, sólo unidos y en armas, dispondrían los albaneses del derecho a ser independientes. Cuando la Unión Soviética denunció la «diplomacia secreta» de la que la joven Albania era uno de los instrumentos, el eco de la Revolución Bolchevique fue escuchado en las montañas albanesas.

En 1924, encabezada por la intelectualidad, la burguesía del Sur del país y los emigrantes de retorno a Albania, estalló la revolución democrática burguesa para derribar el gobierno de los grandes terratenientes, de los feudales y de los representantes del gran clero que conservaban las leyes otomanas y se negaban a la reforma agraria. El joven Enver se unió al movimiento. Con la revolución victoriosa, Fan Noli fue elegido jefe del Gobierno, pero seis meses después es derribado por las fuerzas reaccionarias: Ahmed Zogu, financiado por el extranjero (la Anglo-Persa Oil Company y la Standard Oil), con el apoyo concretamente de Yugoslavia y de Grecia y un ejército de mercenarios, se hizo con el poder. Se hace proclamar Presidente de la República y luego rey de Albania. Los albaneses caen bajo la dictadura zoguista.

En esos fatídicos años, Enver Hoxha deja Jirokastra, su ciudad natal, para estudiar en la única escuela secundaria que había en Albania, el liceo francés de Korcha, tenía entonces 19 años. En el liceo descubre la literatura progresista y comunista, prohibida, que forman sus convicciones y compromisos. Otro elemento interviene en su toma de conciencia política: en los años 20 en Turquía la revolución kemalista se hace con el poder que estaba en manos de los señores feudales y los imanes, modifica las relaciones sociales, da el derecho de voto a las mujeres, establece el laicismo del Estado. Que en el antiguo imperio otomano, el cual

durante siglos mantuvo a Albania en el oscurantismo, fuera posible romper con el feudalismo, impresiona al joven Enver.

El movimiento popular contra la dictadura zoguista es duramente reprimido. Enver Hoxha, que participa en las manifestaciones estudiantiles, es detenido y encarcelado. En 1930 marcha a Francia para continuar sus estudios. Allí entra en contacto con comunistas albaneses exilados y con «L’Humanité» en cuyas páginas publica artículos de denuncia de «el régimen del patíbulo y las balas» del rey Zog. Le suprimen la beca y tiene que irse a Bruselas donde trabaja en el consulado de Albania, lo que le permite continuar sus estudios, empero, en 1936, despedido por sus actividades políticas vuelve a Albania. Allí enseña en una escuela de Tirana y luego en el instituto de Korcha, del que había sido alumno.

Enver Hoxha milita en el Grupo comunista de Korcha. El movimiento comunista albanés adolece de divisiones ideológicas y dispersión en diversos grupos locales. El primer objetivo a alcanzar es el de unirse para constituir el partido. Enver asume la responsabilidad de esa difícil y compleja tarea, cuando Italia en 1939 invade Albania sin que hubiese la menor protesta internacional. La lucha entonces cambia de naturaleza, el combate por la emancipación social y contra la dictadura foguista, desde ese momento se conjuga con la lucha de liberación nacional y con la necesidad de unificar a los comunistas en un solo partido, tarea de verdadera urgencia.

Enver Hoxha es despedido de su puesto de profesor por sus actividades contra el ocupante italiano, y el grupo de Korcha lo envía a Tirana para organizar la lucha antifascista y unificar a los comunistas. Para encubrir sus actividades políticas abre una floristería.

Enver no sólo refuerza la organización comunista en la capital, sino que logra establecer lazos militantes con los patriotas que desde el primer día de la ocupación fascista habían iniciado la lucha armada contra el ocupante en la región de Peza, próxima a Tirana.

Identificado como uno de los organizadores de una multitudinaria manifestación en Tirana, fue condenado a muerte por contumacia y tuvo que pasar a la clandestinidad.

Para luchar contra la represión fascista, en noviembre de 1941, en una casa de encalados muros de Tirana, se constituyó el Partido Comunista albanés. Enver Hoxha es nombrado responsable del Comité Central provisional. Desde entonces desempeñó un papel determinante al frente del Partido y, luego, del Estado albanés.
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¿Por qué recordamos esos años de infancia, de juventud, de adolescencia, y los primeros compromisos políticos de Enver Hoxha? Porque, como él mismo escribió, «la juventud es el período en que se forma el carácter y se traza el camino que seguiremos en la vida.» Los años en los que Enver Hoxha despertó a la conciencia política determinaron su lí- nea política, tanto sobre la necesidad de combatir a la reacción para arrancar al país del feudalismo y la miseria, del analfabetismo y el oscurantismo, como para lograr que los albaneses se basaran en sus propias fuerzas para asegurar la independencia del país e impedir los designios de los enemigos del exterior. Basándose en los principios ideológicos del marxismo–leninismo se refería constantemente a las enseñanzas y lecciones de la historia de su pueblo y a la necesidad de no olvidar los acontecimientos que forjaron su compromiso comunista.

Basarse en las propias fuerzas para asegurar la independencia del país y conjurar las amenazas exteriores

"Nuestro partido ha considerado siempre como una de sus esenciales tareas permanente, la defensa de la patria, de la libertad y la independencia nacionales."
Con esta firme conciencia, Enver Hoxha dirigió una lucha victoriosa contra el ocupante nazifascista y sus colaboradores albaneses. Organizador del Partido Comunista, que contaba con 200 miembros en su fundación, logró unir a las fuerzas patrióticas en la lucha armada de liberación nacional. Desde 1942 se suceden las operaciones guerrilleras. La insurrección y el poder popular se organizaron en Consejos de Liberación Nacional; se liberan territorios y en 1943 se constituye el Ejército de Liberación Nacional, el cual derrotó la gran ofensiva de las tropas nazis en el invierno de 1943-44. En la primavera, desde las zonas liberadas se lanzó un ataque general contra los ocupantes. El 29 de noviembre de 1944, Albania era liberada.
Bajo la dirección de E. Hoxha, los albaneses no sólo se liberaron del nazifascismo basándose en sus propias fuerzas, sin ayuda alguna de las fuerzas aliadas, además Enver se opuso intransigentemente a cualquier ingerencia anglo–estadounidense en la dirección de la lucha de liberación.
Rechazó el ultimátum del general Wilson que le conminaba a no llevar a cabo operaciones militares contra los colaboracionistas. Y cuando los ingleses desembarcaron en Saranda «para ayudar a la liberación del país», Enver dio la orden a sus guerrilleros de abrir el fuego si las tropas inglesas no reembarcaban.
Después de la liberación de Albania, los «aliados» anglo–estadounidenses se negaron a reconocer el nuevo Poder y apoyaron a los reaccionarios del interior. Las elecciones a la Asamblea Constituyente dieron una amplia mayoría a los comunistas y a los patriotas. Al fracasar sus intentonas por derribar al nuevo régimen, Gran Bretaña y Estados Unidos retiraron sus delegaciones de Albania. En 1946,la situación es de extrema tensión en la frontera con Grecia, debido a la guerra civil que enfrentaba a las fuerzas progresistas con las monárquicas, unos buques ingleses chocaron a lo largo de las costas albanesas con minas de la II Guerra Mundial. El incidente quiso ser utilizado como pretexto para una intervención armada, empero, una vez más Enver Hoxha se negó a ceder ante las presiones y chantajes de los imperialistas.
Mas otros planes amenazaban la independencia de Albania. No hay situación más difícil que la de descubrir que aquel junto al que has luchado, la Yugoslavia de Tito, tenía también sus planes anexionistas. Durante la lucha de liberación, E. Hoxha, para evitar la división del frente antifascista, se opuso a las posturas chovinistas de la reacción albanesa sobre Kosovo y defendió el principio del respeto a las fronteras internacionales fijadas en 1912. La posición de Hoxha era la de que el problema de Kosovo debía ser discutido y solucionado entre estados socialistas después de la victoria sobre el nazismo. Tito no pensaba lo mismo. Su objetivo, en el marco de su proyecto de Federación Balcánica, era que Albania fuese la séptima provincia yugoslava. Para llevar a cabo su plan, impulsó una fracción en la dirección del partido comunista albanés. Terminaba la guerra, Albania se encontraba en una situación económica harto difícil y el nuevo Poder se encontraba en fase de consolidación. Esa ingerencia en los asuntos albaneses creo una atmósfera de graves suspicacias en todo el país. En el seno del Movimiento Comunista, el joven partido comunista albanés osó enfrentarse a Tito, dirigente de uno de los partidos más prestigioso e influyente del Kominform. Este hecho demuestra el gran valor y determinación de Enver, sobre todo si se tiene en cuenta que el Partido Comunista de Albania, era el único Partido en el Poder que aún no había sido reconocido como miembro del Kominform (en lo que Tito tuvo mucho que ver). La Denuncia que llevó a cabo Stalin contra Tito, en 1948, permitió que la línea de independencia nacional de Enver Hoxha se impusiese.
Un nuevo problema surge en 1949, cuando las tropas monárquicas griegas atacaron Albania con el apoyo de aviones y artillería. El ejército albanés rechazó el ataque, pero continuaron las intentonas para derrocar el régimen socialista; fueron enviados a Albania grupos reaccionarios que fueron eliminados. Un senador estadounidense declaró, «la guerra de nervios contra Albania puede darse por perdida». Sin embargo el bloqueo y la presión ideológica continuaron.
En los años sesenta, Enver Hoxha se enfrentó a la línea revisionista de Kruschov, en defensa del marxismo-leninismo. Una vez más se trataba de salvaguardar la independencia del país, tan duramente conquistada. Kruschov pretendía transformar Albania en un paraíso turístico y se oponía a la política de desarrollo industrial y energético de Albania, sin cuyo desarrollo era imposible una verdadera independencia.
En la Conferencia de los partidos comunistas celebrada en Moscú en 1961, el partido albanés fue el único que se opuso abiertamente al PCUS, lo que le costó ser objeto de sarcasmos y presiones económicas.
Para hacer frente a las malas cosechas registradas, debido a razones atmosféricas, Albania necesitaba importar trigo. Kruschov hizo saber a los albaneses que si su Partido cedía, la URSS cubriría sus necesidades de trigo, y precisó con su particular «espíritu internacionalista», que esas necesidades «se podían cubrir con el trigo que las ratas se comían cada año en la URSS». Enver Hoxha respondió, «preferimos comer raíces antes que vender nuestra independencia y nuestros principios.»
La actitud de Enver Hoxha en la Conferencia de Moscú era de especial importancia, pues aunque conocía las divergencias entre el partido chino y el PCUS, ignoraba si Mao Tsetung y el PC chino estaban de acuerdo con su denuncia radical del revisionismo.
Enfrentarse a la política del PCUS era un acto grave y doloroso, pues podría romper lazos de profunda fraternidad con el pueblo soviético. Jamás Enver, en su condena de Kruschov identificó a la dirección revisionista con el pueblo soviético tan apreciado por él y por el pueblo albanés.
La profundización de las divergencias entre marxismo–leninismo y revisionismo unió en un mismo frente al partido chino y el albanés. En todos los continentes se organizaron partidos que rechazaban la vía revisionista. El Partido albanés, según las orientaciones de Enver Hoxha, desempeñó con arreglo a sus posibilidades, un papel internacionalista muy activo e importante, para ayudar, aconsejar y estructurar el movimiento marxista-leninista.
Mas de nuevo, en 1978, se produjo una nueva ruptura. China inició el camino de los compromisos con el imperialismo estadounidense. Albania, fortalecida pero aún pobre, debía someterse y doblegarse ante la política de las grandes potencias? ¿Tenía que renegar de sus principios? ¿Debería olvidar tantos sacrificios asumidos desde la ocupación italiana en 1912?
Enver sabía que la situación era difícil, pero no olvidaba las enseñanzas de la historia. Denunció la alianza con el imperialismo y el reparto del mundo entre las grandes potencias que decidían el destino de los pueblos. Consciente de que Albania podía ser aislada en los Balcanes, en Europa y en el mundo, que China llevaría las divergencias políticas a las relaciones económicas; que Albania sufriría un bloqueo económico incrementado, sin embargo Enver se negó, una vez más, a chalanear con la independencia de Albania.
Albania no podía cambiar el curso de la historia, empero es de Enver el mérito de haber alertado contra las corrientes revisionistas, contra las políticas imperialistas y neocoloniales. Para oponerse a las pretensiones externas, Enver trató de hacer de Albania una fortaleza, el pueblo asumió los sacrificios necesarios para mantener la independencia de la pequeña Albania en las orillas del Adriático, pero no podía ella sola ser el dique contra la ofensiva general del capitalismo para establecer un nuevo orden social, neoliberal, en el que hoy vivimos y al que nos enfrentamos. Hoy, en el despacho del ministro de defensa de Albania, están juntas las banderas albanesa y estadounidense. Ese solo hecho demuestra claramente lo que diferencia a Enver Hoxha de los lacayos del extranjero actualmente en el poder.

Combatir a la reacción para liberar al país del feudalismo y al pueblo de la miseria, el analfabetismo y el oscurantismo

"La lucha de clases llevada a cabo en todos los terrenos, es actualmente una lucha ideológica sobre todo, una lucha por ganar el espíritu y el corazón de las masas, una lucha contra la degeneración burguesa y revisionista, contra todos los residuos y manifestaciones extrañas a nuestra ideología."
En 1945, arrasada por la guerra, Albania no tenía más que unas pocas fábricas; las carreteras destruidas, no había ni un metro de vías ferroviarias; alguna central eléctrica; los campesinos trabajaban la tierra con arados de madera; el 80% de la población era analfabeta; el porcentaje de jóvenes que iban a la escuela no llegaba a uno de cada cinco; el oscurantismo religioso obstaculizaba la transformación de la sociedad y la emancipación de la mujer; en el Norte del país, en la dote de la novia entregada a su esposo se incluía una bala que significaba su derecho de vida y muerte sobre su esposa; la venganza destrozaba familias…y con todo ello había que asegurar el pan. Esa era la situación que debía afrontar la dictadura del proletariado que reemplazó a las dictaduras zoguista, fascista y nazi. A partir de esta cruda realidad económica y del nivel de desarrollo de la sociedad, Enver Hoxha y los comunistas albaneses se movilizaron para llevar a cabo la revolución social, una tarea harto difícil, más dura y compleja aún, que la liberación del país.

La primera decisión revolucionaria tomada por la República Popular de Albania fue la de llevar a cabo la reforma agraria, por la que el pueblo había luchado durante décadas. Eran muy numerosos los campesinos sin tierra. Las propiedades de las siete grandes familias latifundistas, las de las instituciones religiosas y todas aquellas de más de cuarenta hectáreas son entregadas a más de 70.000 familias campesinas. En 1946, se constituyó la primera cooperativa agrícola. En la industria las fábricas más importantes y las de los extranjeros fueron nacionalizadas; se procedió a la concentración de las pequeñas empresas y el comercio exterior y el mayorista pasaron a estar bajo el control del Estado. El poder popular instituye la jornada de ocho horas. En 1947, el sector de los pequeños productores era el 80% de la economía nacional, el sector socialista el 15% y el sector privado el 5%.

En 1951 se elaboró el Primer Plan Quinquenal, sirviendo de ejemplo el modelo soviético, pero aplicado a las condiciones del país, lo que exigía personas competentes en todos los aspectos de la vida social y económica para poder regular las condiciones creadas por la revolución proletaria, condiciones desigualmente desarrolladas, en el país más atrasado de Europa. La realidad socio-económica del país llevó al Partido en su I Congreso después de haber hecho fracasar las ambiciones de Tito, a tomar el nombre de Partido del Trabajo (los seguidores de Tito trataron de impedir ese congreso, para facilitar la anexión).

Dirigente, educador y pedagogo, Enver Hoxha se esforzó siempre por elevar el nivel ideológico y cultural del pueblo. La emancipación de la mujer, auténtica revolución en un país feudal, es un fundamento del socialismo. Enver criticaba a los hombres que son comunistas en su trabajo y en todas partes, menos en sus
casas, tanto sobre las tareas domésticas como sobre la educación de los hijos. Para acabar con los matrimonios impuestos a las chicas por sus padres, acordados desde la edad de 10 años e incluso antes, con hombres 15 o 20 años mayores que ellas, el partido favorecía que se marchasen de sus casas con el joven que ellas escogieran libremente. Había padres que se sentían deshonrados al no ser respetada la palabra que habían dado, pero las mujeres que habían pasado por esas condiciones apoyaban firmemente a sus hijas. Fue necesario, también, luchar para que las chicas fuesen a la escuela, pues según la tradición, una vez casadas pertenecían a la familia del marido, mientras que los hijos se quedaban en la casa de sus padres.

Otro frente era el de la educación comunista de la juventud, para la que se utilizaron los talleres de construcción de raí- les, en los que miles de jóvenes trabajan por períodos para desarrollar la economía del país, cierto es, pero sobre todo, ello les permite a los jóvenes de cooperativas agrícolas reunirse con los jóvenes estudiantes, con las chicas que llegaban de las montañas, hablar con los jóvenes obreros de las fábricas, es decir, era un medio más para conocer aspectos distintos de sus vidas. Con ello se combatían también los prejuicios religiosos y las costumbres retrógradas, se habría horizontes desconocidos que rompían la estrechez del marco de la familia, de la aldea, de la región.

En ese país en el que sólo había una escuela secundaria, se podía ya acceder a la enseñanza universitaria.

En 1978, la UNESCO declaró que Albania poseía el porcentaje de estudiantes mayor de Europa, proporcionalmente a su población. La enseñanza era totalmente gratuita. Lo mismo se consiguió en la sanidad; la malaria fue completamente erradicada; se formaron médicos, especialistas; los hospitales no eran clínicas de lujo, pero al igual que en la enseñanza, todo era gratuito. Aun siendo todavía difícil la situación económica, el sistema socialista demostró cómo se pueden atender los intereses vitales culturales y de la salud para el pueblo.

El desarrollo económico del país, es vital para transformar la sociedad; un objetivo esencial fue el de la electrificación, para lo que se necesitó construir importantes pantanos, centrales y facilitar el acceso a la red eléctrica a toda la población. Al principio de los años 70 había países europeos más desarrollados, pero sin electrificar totalmente. En Albania la electrificación se llevó hasta las aldeas más recónditas, transformando la vida de la gente. Albania incluso se convirtió en país exportador de energía eléctrica.

La lucha ideológica es una cuestión principal, y para Enver Hoxha una constante preocupación. La educación comunista se llevó a cabo en todos los aspectos de la vida. Enver lanzó la lucha contra el burocratismo, esa gangrena que ineluctablemente se infiltra en el partido y el Estado, si no se revoluciona constantemente la sociedad, ya sea mediante el control obrero, largo proceso que debe permitir a cada cual tener la competencia de controlar todos los niveles de la producción y del funcionamiento de las instituciones
estatales, o mediante la participación de los cuadros de las empresas en tareas directas de la producción para mejor conocer las condiciones de trabajo de los obreros y percibir mejor posibles innovaciones.

Para Enver Hoxha el conjunto de las luchas llevadas a cabo en el frente ideológico debía tener el objetivo de «aprender a conocer a fondo la psicología del pueblo y de los hombres», pues, como él mismo repetía, «son los hombres y las mujeres quienes hacen las revoluciones, pero también son hombres y mujeres los que hacen las contrarrevoluciones.»

Un hombre, un comunista forjado por su tiempo

Enver Hoxha dirigió el partido albanés y Albania en una fase histórica determinada, la de la «guerra civil internacional», en la que, desde 1917, una confrontación ideológica irreductible opone el campo capitalista al campo socialista. Comprometido en ese gran conflicto del siglo XX, Enver Hoxha jamás estableció compromiso alguno ni con el imperialismo ni con el revisionismo.

Quien no ha conocido la ocupación, el colonialismo, el fascismo, no puede saber lo que representa para un pueblo ser libre e independiente; Enver Hoxha dio a su pueblo ese orgullo. Quien no ha conocido el feudalismo, la miseria, el analfabetismo y el oscurantismo, no puede saber el estado de opresión a que son sometidos los hombres y las mujeres. Enver logró que los albaneses salieran del medievo y conociesen el progreso.

Ya antes de su desaparición, efectos conjugados de la ofensiva del capitalismo por imponer el nuevo orden internacional neoliberal, y la degeneración revisionista, modificó profundamente el curso de la historia mundial. Albania socialista, sometida a un bloqueo económico, aislada políticamente, sufrió la ley de la nueva relación de fuerzas. La implosión de la Unión Soviética, la nueva línea de China, la victoria, provisional pero general, del capitalismo y del imperialismo en los años 90, fueron de una presión ideológica tal y una asfixia económica que el poder socialista no pudo resistir.

En Albania se hicieron con el poder arrivistas, corruptos y la mafia. Hoy es un país desacreditado que vive tutelado por los Estados Unidos y las subvenciones de Europa y en la que muchos albaneses (¡dolorosa constatación!) se avergüenzan del país del que habían estado orgullosos.

Las etapas históricas cubiertas por Albania, de un país sometido y ocupado a un Estado libre e independiente; las grandes transformaciones de una sociedad que pasa del feudalismo a una sociedad más avanzada; la extraordinaria evolución del pensamiento en las generaciones nacidas bajo la dictadura foguista, al creado en el socialismo, es la obra de Enver Hoxha. Empero, debemos sacar las lecciones de la historia, de la derrota política del socialismo en los años 90. No podemos dejar de plantearnos interrogantes sobre la licuefacción ideológica registrada en Albania actualmente.

A todo revolucionario se le plantean problemas que no puede resolver, es ley de vida. La nueva capacidad de iniciativa exigida, las nuevas fuerzas creadoras necesarias para tener plena conciencia de las transformaciones de la sociedad, de las condiciones de vida, de la elevación del nivel cultural, por los logros del socialismo y de las enseñanzas del marxismo, son cuestiones harto delicadas y difíciles de resolver. Más debemos responder a esos interrogantes para estar en condiciones de interpretar la disolución ideológica de Albania socialista. Nuestra tarea es comprenderlo como hizo Enver Hoxha, esto es, resolver como comunista, como marxista–leninista, los problemas que se le plantearon en su tiempo. Nosotros como comunistas, como marxista–leninistas, debemos estar en condiciones de resolver los problemas planteados en la actual fase histórica.

Por: Nils Andersson
Extraído de la revista Unidad y Lucha n° 16

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