viernes, 2 de abril de 2021

Entrevista a José María Sisón por Ángel Marrades (DESCIFRANDO LA GUERRA)


José María Sisón es el presidente fundador del Partido Comunista de Filipinas (CPP). Desde 1968 el CPP y su guerrilla, el Nuevo Ejército del Pueblo (NPA), han llevado a cabo una Guerra Popular Prolongada contra el Estado Filipino y los Estados Unidos. Sison es una figura clave en el desarrollo del partido y su lucha histórica durante más de 50 años, en los cuales derribó la Dictadura de Marcos en 1986. Esta entrevista a José María Sisón trata temas tan amplios como el Partido Comunista de Filipinas, la revolución filipina y la situación internacional en el momento actual.


Tus inicios en la actividad política comienzan con la militancia en organizaciones patrióticas de corte progresista. ¿Cómo es esta experiencia y hasta qué punto esto sigue siendo importante?

Para comprender la importancia de lo poco que podíamos hacer al comenzar nuestro trabajo político en 1959 en el campus de la Universidad de Filipinas, deben saber que el antiguo Partido Comunista de Filipinas había sido casi diezmado y que la columna vertebral del antiguo ejército de liberación popular había sido destruida entre 1952 y 1954. Durante la Guerra Fría en Filipinas, el imperialismo estadounidense ordenó al gobierno títere que promulgara la Ley Antisubversiva en 1957 y la utilizara para llevar a cabo una caza de brujas anticomunista en colaboración con la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. y elementos clericofascistas de la Iglesia Católica dominante.

Nosotros, como estudiantes y profesores activistas, progresistas y patriotas, no nos asustamos en absoluto por la Ley Antisubversiva que amenazaba con imponer la pena de muerte a cualquiera que fuera señalado como líder comunista por dos testigos. En cambio, nos alentó a luchar contra el imperialismo de EE.UU. y las clases explotadoras locales. Invocamos la libertad académica de la universidad y sus estatutos para hacer investigaciones, publicaciones y hablar sobre cualquier tema de interés público. Lo convertimos en una fortaleza para escribir y hablar a favor de los derechos nacionales y democráticos contra la dominación extranjera y feudal.

En 1959 formamos la Asociación Cultural Estudiantil de la Universidad de Filipinas (SCAUP) y fui elegido presidente. Anunciamos abiertamente el objetivo de estudiar y aprender de la historia revolucionaria del pueblo filipino contra el colonialismo español y luego contra el imperialismo estadounidense, y de luchar por continuar la revolución democrática nacional inacabada, ya no bajo la dirección de la burguesía liberal sino bajo la del proletariado. Al mismo tiempo, celebramos en secreto reuniones de estudio sobre la teoría y la práctica del marxismo-leninismo en relación con la historia de Filipinas y las circunstancias actuales del pueblo. Emitimos publicaciones y llevamos a cabo reuniones de estudio y acciones de protesta masiva sobre temas nacionales de actualidad dentro y fuera del campus. El denominado Comité de Actividades Antifilipinas (CAFA) del Congreso de Filipinas celebró una serie de audiencias a partir de 1959 con el fin de someter a los miembros progresistas de la facultad y a los estudiantes a una caza de brujas anticomunista. El 15 de marzo de 1961, el SCAUP logró organizar a 5.000 estudiantes para que protestaran ante el Congreso. Entonces irrumpimos en la sala de audiencias y las boicoteamos.

Por primera vez, desde la represión de principios de los 50, logramos hacer una manifestación de miles de personas para defender la publicación de nuestros escritos antiimperialistas y antifeudales. Fuimos capaces de poner fin a la inquisición anticomunista y generar un movimiento de desafío y resistencia contra el imperialismo de EE.UU. y el sistema de gobierno en la línea de la liberación nacional y la democracia.

En los años 1960 creas organizaciones como MAN y MASAKA con la intención de movilizar a sectores de distintas clases sociales favorables a una lucha patriótica y democrática por la liberación de Filipinas. ¿Qué te lleva después a construir el nuevo Partido Comunista (CPP) en 1968 y a la ruptura con el PKP (el antiguo Partido Comunista)?

En los años sesenta desempeñé un papel fundamental en la organización de varias formaciones de masas importantes, como el Kabataang Makabayan en 1964, en la consolidación del Lapiang Manggagawa (Partido del Trabajo) y su reconstitución como Partido Socialista en 1964 y 1965, respectivamente, y en la formación del Movimiento para el Avance del Nacionalismo como frente unido antiimperialista y democrático. No participé en la organización de MASAKA en 1963, pero posteriormente me pusieron a cargo de los cursos de formación para los cuadros campesinos veteranos: sobre la alianza obrero-campesina abiertamente y más discretamente sobre el marxismo-leninismo.


Tras el éxito de la manifestación contra el CAFA en 1961, los líderes estudiantiles de SCAUP fueron muy apreciados por los líderes y las masas de estudiantes de otras universidades de Metro Manila. Así, fuimos bienvenidos cuando hicimos una campaña para formar grupos de estudiantes como el SCAUP para llevar a cabo abiertamente el estudio de la lucha democrática nacional y discretamente el estudio del Marxismo-Leninismo como guía teórica.

A las autoridades de mi departamento en la universidad no les gustó mi papel en la manifestación anti-CAFA y no renovaron mi beca de enseñanza y de postgrado. Así, gané tiempo para organizar círculos secretos de estudio del marxismo-leninismo en varias universidades. Incluso encontré tiempo para viajar a Indonesia y estudiar el idioma indonesio, así como el movimiento de masas del país en la primera mitad de 1962.

Me uní al Lapiang Manggagawa (Partido de los Trabajadores) para ayudar en el trabajo de educación política entre los miembros del sindicato en la segunda mitad de 1962. Me convertí en el jefe del departamento de investigación y educación del partido. Estuve a cargo de la investigación, la redacción de las declaraciones del partido, la emisión de publicaciones y la celebración de seminarios. Los estudiantes activistas de varias universidades se unieron a los trabajadores en los seminarios. Más tarde se unieron también los hijos de veteranos líderes campesinos de las regiones rurales cercanas a Manila.

Muy pronto, pudimos lanzar acciones de masas sobre cuestiones nacionales contra el gobierno reaccionario y sus políticas pro-imperialistas, especialmente la servidumbre económica y militar a los EE.UU. Incluso antes de que me uniera al viejo Partido Comunista (PKP), nosotros en el SCAUP adoptamos un plan a finales de 1961 para formar en los próximos dos años una organización juvenil integral, compuesta por estudiantes y jóvenes trabajadores, campesinos, profesores y otros profesionales, que se llamaría Kabataang Makabayan (KM, Juventud Patriótica). Imaginamos esto como una fuerza para ayudar a la clase obrera a liderar el movimiento de liberación nacional y la democracia.

Me uní al viejo PKP en diciembre de 1962 por invitación de su secretario general Jesús Lava a través de un sobrino suyo. Me designó inmediatamente como miembro del Comité Ejecutivo que él formó y que esperaba que fuera el embrión del Comité Central, que deseaba reconstruir con el tiempo. Desde hace algunos años, no existía ningún órgano colectivo o rama del Partido. Lava simplemente se escondía en Manila sin conexión con ninguna base de masas o fuerza armada desde probablemente 1957 cuando emitió la “política de fila única” que prácticamente liquidó el viejo PC.

Dentro del Comité Ejecutivo del antiguo Partido Comunista de Filipinas (PKP), me enteré por documentos internos del PKP y por mis conversaciones con cuadros veteranos de obreros y campesinos de los errores de los hermanos Lava, que se habían convertido sucesivamente en secretarios generales del partido (Vicente de 1942 a 1947, José de 1948 a 1950 y Jesús de 1951 a 1964). Para conocer a fondo los errores, puede leer el documento titulado “Rectify Errors and Rebuild the Party“. Escribí el borrador de este documento de acuerdo con la decisión del Comité Ejecutivo de cinco hombres en 1965. Pero el documento fue rechazado por la mayoría del Comité, formado por tres parientes cercanos de Jesús, por ser crítico con los sucesivos secretarios generales de la familia Lava.

Vicente Lava fue responsable del error oportunista de derecha llamado “política de retirada para la defensa”, que se hizo eco de la política de las guerrillas pro-estadounidenses llamada política de “esperar y vigilar”, que significaba hacer trabajos de inteligencia en preparación de la reconquista de Filipinas, en manos de los fascistas japoneses, por parte de los Estados Unidos . José Lava fue responsable de la línea oportunista de “Izquierda” de “conseguir la victoria en dos años” de lucha armada, sin importar el necesario trabajo de masas y la revolución agraria. Después de que José fue arrestado, Jesús Lava perdió interés en la lucha armada y pasó al oportunismo de derecha al decidir liquidar al ejército popular en 1955 y al propio viejo PC en 1957.


Fue gracias a mi crítica de la historia de los errores subjetivistas y oportunistas de los sucesivos secretarios generales de la familia Lava y el surgimiento de temas de actualidad de gran importancia en 1964 a 1966 lo que condujo a la lucha de dos líneas en el viejo PKP y, finalmente, a la ruptura de los revolucionarios proletarios, incluido yo mismo, con el viejo PC. Las cuestiones de actualidad implicaban entonces la negativa de los revisionistas lavaitas a hacer un plan completo para la reanudación de la guerra popular y a adoptar una postura definitiva contra el revisionismo moderno soviético.

Idéntica pregunta quería hacerle con respecto a la guerra popular en Nepal que terminó con la claudicación del Partido Comunista de Nepal (PCN) y la liquidación por parte de Prachanda. ¿Cuál es su posición con respecto a las causas de la derrota ante una guerra revolucionaria que estaba a las puertas de la victoria? ¿Qué posición adopta el movimiento revolucionario filipino con respecto al prachandismo y la situación existente en Nepal?

Como en la Guerra Popular de Perú, Nepal fue un fenómeno dirigido de forma magnífica durante diez años hasta el punto de infligir duros y dolorosos golpes a las fuerzas militares enemigas de Katmandú, forzando concesiones a la burguesía e incluso llevando la monarquía a su disolución. Sin embargo, la dirección prachandista frenó en seco el proceso revolucionario popular antes de que pudiera derrotar a la maquinaria burocrática y militar del Estado reaccionario nepalí, contentándose con la disolución de la monarquía como victoria culmen de la revolución democrática.


Sin embargo, para la línea revolucionaria, es el proletariado a través del partido revolucionario quien, dirigiendo la revolución de nueva democracia, se hace con el poder a fin de comenzar la revolución socialista. No se trata simplemente de derrocar a la monarquía feudal, sino esencialmente al Estado burgués. De lo contrario, lo que se propuso ser un partido proletario revolucionario se dedica meramente a realizar una tarea liberal burguesa, desvinculándose por completo de la revolución proletaria-socialista.

Hay un elemento que ha caracterizado históricamente al maoísmo, que es la teoría de la jefatura o pensamiento guía, pero a diferencia de Perú, Filipinas no ha puesto su pensamiento como algo tan elevado. ¿A qué se debe esa diferencia? ¿Cuál ha sido tu postura como principal ideólogo del movimiento revolucionario?

Hasta el día de hoy, el Partido Comunista de Filipinas desaprueba la inmodesta práctica de ciertas organizaciones que llaman a su teorías-guías por el nombre de sus principales líderes, como ha ocurrido en Nepal, Estados Unidos o Perú. Estas etiquetas son impropias y una manifestación de pueril idolatría, autocomplacencia y autoglorificación de los líderes de esos partidos. Los comunistas deben desinteresadamente hacer lo que esté en su mano para conducir y hacer avanzar la revolución, dejando de lado la búsqueda de fama personal y el reclamo para ellos mismos de un esfuerzo que pertenece a las fuerzas revolucionarias del proletariado y el pueblo. No fueron los propios Marx y Lenin quienes etiquetaron su conjunto de ideas y acciones con sus respectivos nombres.

Continuando con la cuestión de la crisis ideológica del maoísmo, ¿cómo valora que siendo las revoluciones naxalita y filipina las únicas revoluciones en activo no hayan sido capaces de servir como bases de apoyo para lanzar revoluciones en otros países?

El Partido Comunista de Filipinas y el Partido Comunista de la India (maoista) son partidos comprometidos completamente con la revolución democrática popular a través de la guerra popular. Ambos realizan además un serio trabajo internacional de acuerdo con en el espíritu del internacionalismo proletario y la solidaridad antiimperialistas con todos los pueblos. Ellos son plenamente conscientes de que sus luchas revolucionarias contribuyen a la revolución proletaria, buscan apoyo internacional y están siempre dispuestos a compartir sus ideas y experiencias.

Sin embargo, ninguno reclama para sí ser el líder o centro de la revolución proletaria. Ambos han realizado comunicados conjuntos, así como impulsado organizaciones comunistas internacionales, conferencias y seminarios, pero no hacen la atrevida afirmación de considerarse la autoridad principal, como tampoco pretenden imponer una única línea para todo el movimiento comunista, cosa que sí han intentando ciertos grupúsculos comunistas autodenominados maoístas y que han exagerado el papel de la guerra popular prolongada, confundiendo otros elementos del maoísmo.

Como aquellos tachados de comunistas infantiles por Lenin, también hay maoístas infantiles cuya principal actividad es la de pavonearse y predicar dogmáticamente que la guerra popular prolongada es posible en todo momento y en todo país, independientemente de las condiciones sociales de cada Estado y los conflictos interimperialistas. Si se mira la biografía de esos infantiles comunistas en los países imperialistas, han estado balbuceando sobre la posibilidad de guerra popular por al menos dos décadas a fin de sentirse superiores a los verdaderos maoístas que sí están dirigiendo guerras populares.

Estos pseudo-maoístas no hacen ningún trabajo de masas serio ni tampoco promueven la construcción de ninguna organización de autodefensa entre el pueblo para una posible resistencia armada. Son pequeños pollitos en comparación con las bandas fascistas. Estos maoístas infantiles son un fenómeno periférico y no suponen o causan una seria crisis dentro del maoísmo. Tampoco es una crisis que ciertos partidos verdaderamente maoístas estén todavía en vía de intentar alcanzar el nivel de lucha armada y relevancia ya alcanzado por el Partido Comunista de Filipinas y el Partido Comunista de la India (maoísta).

En 1977 usted fue arrestado por la dictadura de Marcos, y no saldría de prisión hasta 1986 bajo el marco del nuevo gobierno de Corazón Aquino y las políticas de “reconciliación nacional”. Sin embargo, poco después tuvo que exiliarse, y desde entonces permanece en Utretch. ¿Podría expresar cómo fue para usted personalmente el encarcelamiento como para el movimiento revolucionario? ¿Cómo se adaptó el partido, en un contexto de creciente represión, a que su principal líder fuera arrestado?

Estoy feliz y orgulloso de decir que cuando fui capturado en 1977, los fundamentos ideológicos, políticos y organizativos del movimiento revolucionario filipino eran ya fuertes y sólidos. La línea política e ideológica marxista-leninista estaba en lo básico bien establecida gracias a un intermedio y avanzado estudio de marxismo por parte de los cuadros del Partido Comunista de Filipinas, por la rectificación del movimiento contra los errores de los lavaitas de 1942 en adelante (“Rectify Errors and Rebuild the Party”), por el análisis social e histórico de Filipinas (Libro de Amado Guerrero Philippine Society and Revolution) y por el programa del Partido Comunista Filipino, que se basaba en una revolución democrática popular.

El Partido pasó de poco más de 100 miembros en 1969, a miles de miembros a nivel nacional fuertemente arraigados entre obreros y campesinos en 1977. De sólo nueve rifles automáticos en 1968, el Nuevo Ejército del Pueblo se hizo con el control de más de 2000 en 1977. De sólo decenas de miles de activistas de masas en 1968, ya había cientos de miles en diferentes tipos de organizaciones de masas en 1977. La base rural paso de ser de 80.000 en un solo distrito de Tarlac en 1969, a un total de dos millones de personas dentro de las bases de masas en cerca de 40 frentes de guerrillas en 1977. Además bajo el gobierno de órganos locales de poder político o del gobierno popular democrático.

La base del movimiento revolucionario era tal que pudo resistirse al subjetivismo y oportunismo producto de grandes errores que se dieron en varias regiones consecutivamente entre 1981 y 1991. Sin embargo, dichos errores no pudieron detener el progreso general del movimiento, incluso cuando su ratio de avance se había reducido. Esas regiones fueron objeto de una oportuna campaña de rectificación, así como del Segundo Gran Movimiento de Rectificación entre 1992 y 1998, bajo la guía del documento del Partido Comunista de Filipinas “Reaffirm Basic Principles and Rectify Errors”.

Cuando el dictador fascista Marcos fue derrocado por las valerosas acciones de las masas y las reaccionarias fuerzas armadas le retiraron su apoyo, el Partido Comunista de Filipinas tenía sólo cerca de 6000 “luchadores rojos” permanentes con rifles automáticos a nivel nacional. No obstante, ese número no era en absoluto suficiente para hacerse con el control de alguna importante ciudad ni para cambiar el equilibrio de fuerzas, el cual estaba todavía en favor de Estados Unidos y las clases reaccionarias. Sin embargo, el amplio frente unido antifascista era lo suficientemente fuerte como para lograr la liberación de todos los prisioneros, incluido yo mismo. Las fuerzas legales del movimiento democrático nacional fueron un elemento formidable y decisivo en la movilización de enormes acciones de masas.


Con respecto a mí, volví a la universidad para enseñar ciencias políticas durante un semestre y además tuve la oportunidad de escribir Philippine Crisis and Revolution con el objetivo de confrontar al gobierno democrático de Cory Aquino antes de abandonar el país el 31 de agosto de 1986 para un tour de conferencias por la región de Asia-Pacífico. Al igual que con mi detención política entre 1977 y 1986, mi estancia en el extranjero a finales de 1986 no tuvo un efecto adverso en el avance general del movimiento revolucionario en Filipinas. Aunque intenté volver, el gobierno de Aquino suspendió mi pasaporte y presentó nuevos cargos de subversión contra mí. De esta forma, me vi forzado a buscar asilo político en los Países Bajos en lugar de entregarme al enemigo.

En 1986 da lugar lo que se conoce históricamente como la “Revolución EDSA” que llevaría al final de la dictadura de Marcos. Puede decirse que en ese periodo el papel del Partido Comunista y el Nuevo Ejército del Pueblo era el de la vanguardia de este movimiento democrático. Sin embargo, fue Corazón Aquino, apoyada por Estados Unidos, quien consiguió finalmente tomar las riendas del país. ¿Cómo afronta el movimiento revolucionario este momento histórico? ¿Cuáles fueron los errores que llevaron a la posterior disolución de muchos cuadros políticos?

Desde su fundación en 1968, el Partido Comunista de Filipinas siempre se ha descrito a sí mismo como un destacamento de la clase obrera filipina y como la fuerza directora del movimiento democrático popular en cuestión ideológica, política y de línea. Pese a importantes contratiempos, el grado de desarrollo del movimiento revolucionario fue significativamente notable, aunque no lo suficiente como para derrocar a la clase dominante. No obstante, sí que fue suficiente para acabar con la dictadura fascista de Marcos al participar en el amplio frente unido, así como para liberar a todos los presos políticos. Sin embargo, el imperialismo estadounidense y la clase local explotadora de grandes compradores, terratenientes y burócratas capitalista era todavía dominante.

Durante los catorce años de resistencia contra la dictadura fascista desde 1972 hasta 1986, el Partido Comunista de Filipinas creció en varias decenas de miles. El Nuevo Ejército del Pueblo se había hecho con 6.000 rifles automáticos durante la lucha armada y había organizado fuerzas de reserva ya auxiliares como la milicia del pueblo y las unidades de autodefensa de las organizaciones de masas. Millones de personas estaban en organizaciones de masas clandestinas, bajo el gobierno democrático del pueblo, y las organizaciones de masas legales del movimiento democrático nacional eran capaces de reunir a cientos de miles de manifestantes en Manila, pero, nuevamente, todo esto no era suficiente para derribar por completo el sistema dominante.

Como parte del proceso de consolidación de su poder, Cory Aquino propuso iniciar negociaciones para un alto el fuego en Manila. Se acordó una tregua de 60 días con el objetivo de negociar una agenda para las mismas, pero dichas negociaciones estaban vigiladas por la inteligencia enemiga y desembocaron en el arresto y asesinato de varios negociadores. Además, antes de la ruptura de la tregua, las fuerzas de seguridad asesinaron e hirieron a los manifestantes campesinos y sus simpatizantes urbanos en la infame masacre junto al palacio presidencial del 23 de enero de 1987. Este hecho desacreditó al régimen de Aquino y avivó aún más la guerra popular.

La principal garantía para la continuación de la Revolución Filipinas es la perseveración del Partido Comunista de Filipinas, el Nuevo Ejército del Pueblo y el Frente Democrático Nacional de Filipinas en el camino de la guerra popular prolongada junto a la línea de la revolución democrática popular con una perspectiva socialista. En tiempos de represión a las fuerzas patrióticas y democráticas en las áreas urbanas, ellos tendrán un lugar donde ir en el campo para luchar incluso mejor y de forma más ventajosa por la liberación social y nacional del pueblo.

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