martes, 17 de diciembre de 2013

CAMPOS ROTURADOS de mijail sholojov

17 por 21
341 paginas
Digitalizado por Claudia Daniela
Editado por Templando el Acero
MIJAIL SHOLOJOV
(1893-1985)
Este genial escritor soviético nació a orillas del rio Don en 1893, en Kurshlino, en el seno de una familia de cosacos. Participó en la Primera Guerra Mundial y luego en la guerra civil que la burguesía desató contra la revolución. Se afilió al Partido bolchevique; fue inspector de la milicia y también trabajó como periodista y editor. Ocupó diversos cagos militares, administrativos y políticos, llegando a ser elegido diputado del Soviet Supremo de la URSS. Fue galardonado con el Premio Stalin y condecorado con la orden de Lenin; hasta el imperialismo se postró ante su maestría narrativa y, en plena guerra fría, tuvo que otorgarle el premio Nóbel de Literatura en 1960.
Empezó a escribir en 1925, y rápidamente alcanzó una enorme fama, sobre todo después de publicar EL DON APACIBLE, que redactó entre 1929 y 1935. Luego escribió CAMPOS ROTURADOS, que describe la vida campesina en una aldea koljosiana. 
Estamos en presencia del que quizá sea uno de los mejores novelista del siglo XX, un autor que sintetizó admirablemente el aliento vital de la mejor novelística rusa, especialmente Tolstoi, con el realismo socialista, del que es un exponente sublime. En sus páginas está sin duda la Rusia de siempre y, de sus dramáticos rescoldos, va brotando con fuerza una nueva sociedad. No es sólo la lucha de clases: todas sus narraciones están preñadas de contrastes y contradicciones, desde el paisaje, peinado por un viento gélido o aplastado por el sol ardiente, hasta los cosacos embrutecidos que dudan entre la revolución y la contrarrevolución.
En el Congreso del PCUS celebrado en 1956 Sholojov criticó a los escritores que pretendían describir verazmente la vida soviética, sin abandonar sus cómodos despachos de Moscú. Y es que sus novelas rezuman sinceridad; se puede reconstruir la historia de la cruenta guerra civil en EL DON APACIBLE mejor que en en cualquier manual de historia contemporánea.
¿Quién insiste en que ya no hay héroes? Todos los protagonistas de las novelas de Sholojov lo son, sin necesidad de recurrir a leyendas ni mitos; le bastó con mirar a su alrededor y esculpir con trazos vigorosos a esos campesinos analfabetos a los que Lenin llamaba a asumir el gobierno de su país; esos niños huérfanos que soportan días enteros sin nada que llevarse a la boca; esos comisarios políticos que se ponían al frente de sus tropas enarbolando la bandera roja y cantando la Internacional en medio del fuego de una batería de ametralladoras enemigas; esas mujeres que ya no se someten más a las vejaciones conyugales y se organizan; esos cosacos feroces que se emborrachan y cantan...
En las obras de Sholojov no hay personajes; hay personas, seres humanos sencillos arrastrados por el vendaval de la revolución y la guerra, capaces sobreponerse a las condiciones más atroces, organizarse y salir adelante. La tarea de alinear en párrafos un acontecimiento histórico tan gigantesco como la primera revolución proletaria no era fácil; necesitaba una prosa a su altura, y Sholojov la encontró tan admirablemente que hasta la vegetación de las riberas del río Don parece contagiada por la epopeya que se desenvuelve en su entorno. No sólo los pastores pobres, no sólo los veteranos curtidos en cien batallas, no sólo la épica de los acontecimientos: también la corriente espumosa del Don, rizada por el viento nos hace comprender que no estamos sólo ante una metáfora de la historia, sino que la estepa es igualmente grandiosa, y eso tiene en Sholojov una enorme trascendencia porque al río, a los arbustos, a las nubes, al barro y a los trigales, están anclados los campesinos, los soldados, los kulaks y sus luchas revolucionarias.
El río Don no asiste impasible al espectáculo sino que es otro de sus protagonistas y, como todos, no es un ser vivo lineal ni coherente: también está dividido por sus corrientes contradictorias, baja calmoso a veces y agitado otras, porque en una orilla están los rojos y en la opuesta los blancos.

Con antecendentes tan inmejorables, parece obvio constatar que, en el páramo cultural que nos atenaza, no merece la pena preguntar por las novelas de Sholojov en las librerías, pues hace ya tiempo que las retiraron de las estanterías (en los escaparates nunca estuvieron). Localizar sus obras es tarea reservada para los buscadores más obstinados. Pero el premio de su lectura es gratificante. Es el único rincón donde nos encontramos con dos seres desvalidos, dos granitos de arena arrojados a tierra extraña por el huracán de la guerra, de una fuerza inaudita; uno de ellos, el viejo soldado de capote raído y manos ásperas; el otro, un niño vagabundo de piernas cortas y piel sonrosada, que se despide del narrador haciéndole volver la cara para que no le vea llorar. Porque -nos comenta el narrador- no sólo lloran en sueños los hombre maduros, encanecidos en los años de guerra. Lloran también despiertos. En esos casos lo importante es saber volverse a tiempo. Lo principal es no herir el corazón del niño, que no vea cómo por tu mejilla corre, parca y ardiente, una lágrima de hombre... (Del relato de Sholojov El destino de un hombre).

jueves, 5 de diciembre de 2013

¡Manos fuera del camarada Antonio Gramsci! de JOSE ANTONIO EGIDO

Disponible a partir del 12 de diciembre
YA A LA VENTA
144pp
10 euros

* Extraido del capitulo 12 del libro.

En ningún momento ni en libertad ni en cautiverio Antonio emitió ningún juicio crítico y mucho menos de descalificación contra la dirección del Partido bolchevique nucleada desde 1926 en torno al camarada José Stalin. Lo dice claramente Macchiocchi en su libro:”Gramsci aprueba “la línea de Stalin1.

A quien condenó con una fuerza cada vez mayor fue a la oposición dentro de la dirección comunista. Se lo dice de mal humor a Togliatti que está en Moscú y que no ha comprendido la carta enviada por él a los camaradas soviéticos en relación a la lucha entre mayoría y oposición: “Todas nuestras observaciones están dirigidas contra las oposiciones (se refiere a Trotsky y Zinoviev)”2. En octubre de 1927 cuando se preparaban los textos para el XV Congreso del Partido Bolchevique la inmensa mayoría de los afiliados, 740.000, votó a favor de las posiciones del Comité Central y tan solo 4.000 a favor del bloque trotskista y zinovievista.

Gramsci conoció este hecho estando ya en prisión y saludó la victoria del Comité Central en términos inequívocos. En su texto de la cárcel escrito después de 1932 “Racionalización de la producción y el trabajo” dice lo siguiente:”dado el planteamiento general de todos los problemas relacionados con su tendencia (la de Trotsky), ésta tenía que desembocar necesariamente en una forma de bonapartismo: de aquí la necesidad inexorable de aplastar su tendencia. Sus preocupaciones eran justas pero sus soluciones prácticas eran profundamente equivocadas…el principio de la coacción directa e indirecta en la ordenación de la producción y del trabajo es justo; pero la forma que tomo era equivocada; el modelo militar se había convertido en él en un prejuicio funesto3.

Es evidente que Gramsci al defender la necesidad de aplastar el grupo de Trotsky está defendiendo a la mayoría del Partido dirigida en 1926 por Stalin, Bujarin, Rykov, Derzinsky, Tomsky, Vorochilov, Orjonikidzé, Kalinin, Molotov, Voroshilov, Kagánovich, Malenkov, Zdanov, Budionni, Mikoyan y otros viejos bolcheviques. En 1927 son expulsados del Partido Trotsky, Zinoviev y Kamenev. Dos años más tarde son destituidos de la dirección política del país Bujarin, Rikov y Tomski.

Gramsci invariablemente respalda a la mayoría que se va forjando con Stalin como núcleo central. En su texto de la cárcel titulado “Internacionalismo y política nacional” apoya las posiciones de Stalin a quien llama en código para despistar a sus ignorantes censores Giussepe Bessarione, traducción al italiano de Joseph Vissarionovich, nombre verdadero de este camarada dirigente.

Gramsci insiste en la unidad dialéctica que existe entre lo internacional y lo nacional. Frente a las posiciones de Trotsky defiende las de Lenin, Stalin y los bolcheviques sobre la importancia de considerar el aspecto nacional de la estrategia de la clase obrera que también es una clase internacional. Termina su razonamiento atacando nuevamente a Trostsy y su equivocada concepción de la “revolución permanente”, que Lenin descalifica como “izquierdismo absurdo4:”Las debilidades teóricas de esta forma moderna del viejo mecanicismo quedan enmascaradas por la teoría general de la revolución permanente, que no es sino una previsión genérica presentada como dogma y que se destruye por sí misma, por el hecho de que no se manifiesta fáctica y efectivamente5.

Incomoda profundamente a los trotskistas y a los burgueses que los textos de Stalin ejercieron “profunda influencia” en el proceso de maduración del dirigente Gramsci entre los años 1924 y 1926 como observó su camarada Togliatti6. El teórico y dirigente de un PCI aun no degenerado Emilio Sereni observa elementos similares entre los Cuadernos de Gramsci y las ideas del dirigente soviético Andrei Zdanov expresadas en su libro Historia de la filosofía de Aleksandrov7.

Los soviéticos nunca abandonaron a Gramsci durante su terrible cautiverio en las prisiones fascistas. El sobrino de Gramsci, el músico Antonio Gramsci Junior ha revelado en su libro La Russia di mio nonno que los dirigentes soviéticos hicieron llegar de manera permanente fondos a su cuñada Tatiana Schutz que cubriesen todas sus necesidades materiales y pudiese seguir atendiendo al prisionero8. También intentaron un intercambio con prisioneros fascistas que no llegó a concretarse. Los intelectuales comunistas franceses Vaillant-Couturier y Barbusse crearon un Comité para arrancar la libertad de Antonio que contó con las simpatías de la Internacional y de la URSS.

El diario italiano Corriere della Sera publica el 17 de julio de 2003 una carta inédita hasta esa fecha enviada por la esposa de Gramsci y su hermana a Stalin en diciembre de 1940 solicitándole que publique en la URSS los Cuadernos de la Cárcel. La carta revela que Gramsci tenía plena confianza en Stalin y su partido como máximos representantes del comunismo mundial9.
1 Gramsci y la revolución de Occidente, op.cit, .p.81.
2 Gramsci y la revolución de Occidente, óp. cit., p. 358.
3 Antología, p. 475.
4 Lenin, “Acerca de una violación de la unidad que se encubre con gritos de unidad”, en Contra el oportunismo…óp. cit., p. 203.
5 Antología, p. 352
6 Gramsci, op.cit., p. 30.
7 Emilio Sereni, Scienza, marxismo, cultura, Edizioni sociali, 1949, p. 154 y 168
8 Dato tomado de este articulo “Gramsci in carcere e il partito: finalmente la verita” http://www.costituentecomunista.it/italia/gramsci-in-carcere-e-il-partito-finalmente-la-verita.html 2008.
9 Ver el articulo de Aldo Bernardini “Gramsci e Stalin”, en http://www.aginform.org/bernard5.html