martes, 17 de octubre de 2017

Shtemenko

Serguéi Shtemenko (1907-1976) por Anselmo Santos.

   De origen cosaco, ingresa en el Ejército Rojo después de la muerte de Lenin (1924). Solo tiene diez años cuando se produce la Revolución de Octubre y no participa, por tanto, en la guerra civil. Sin hechos de armas, su carrera militar no pasa de lo normal: a los treinta años solo tiene el nivel equivalente a comandante y manda un batallón de instrucción de tanques pesados en el Distrito Militar de Kiev. En 1938, recién casado, se encuentra a gusto en ese apacible destino, por lo que recibe con fastidio la noticia de que, a propuesta de su coronel, ha sido seleccionado para ingresar en la Academia del Estado Mayor General abierta dos años antes. Intenta por todos los medios revocar la orden, pero así es el proceso de selección establecido, y Shtemenko se ve obligado a trasladarse a Moscú. En la academia se ponen de manifiesto sus grandes cualidades para el trabajo de Estado Mayor: capacidad de análisis, mente organizada, resistencia fisica y emocional, excelente memoria, paciencia, buen carácter, aptitud para redactar a vuelapluma órdenes e informes claros y concisos. Tanto es así que, al terminar los cursos, es destinado a la Dirección de Operaciones del Estado Mayor General, del que ya no sale hasta la muerte de Stalin (1953). De nada le valen sus insistentes demandas para obtener un mando de tropas. No solo se le niega: se le ordena abruptamente que deje de perseguir sueños y se concentre en su trabajo.

El régimen de promociones de Stalin no tiene nada que ver con el de los ejércitos tradicionales, en los que, salvo ascensos por hechos extraordinarios, las carreras, hasta el empleo de coronel, se han venido rigiendo por el inamovible principio de la antigüedad. Pero una cosa es la consigna de Stalin: «Buscad y encontraréis»; y otra, bien distinta, que Stalin dé su bendición al encontrado. Un jefe descubre un nuevo valor, le lleva, con cualquier pretexto, a presencia de Stalin y le hace presentar un determinado informe. Si Stalin queda bien impresionado, la «maniobra táctica de aproximación» ha dado resultado; en caso contrario, el presentador, como mínimo, es acusado de incompetencia. De esa forma, Sháposhnikov descubre e introduce a Vasilevski, y este, en agosto de 1942, recién nombrado jefe del Estado Mayor General, hace lo mismo con Shtemenko. Stalin queda tan satisfecho que acepta la propuesta de Vasilevski de nombrar al recién llegado, que solo tiene treinta y cinco años, segundo jefe de la Dirección de Operaciones: de hecho, responsable real de la misma, ya que quienes la mandan oficialmente se suceden uno tras otro, con intervalos de semanas, hasta la llegada deAntónov. Este confirma a Shtemenko en el puesto, y ambos forman parte, con Zhúkov y Vasilevski, del formidable quinteto que encabeza Stalin para la conducción de la guerra.

   Las memorias de Serguei Shtemenko son una fuente inagotable de in formación sobre aquellos años. En sus páginas se describe el día día de los colaboradores de Stalin, sometidos a un régimen de trabajo despiadado: más de dieciséis horas diarias, siete días a la semana, dura prueba de resistencia física y mental, que pocos resisten en el Estado Mayor. Shtemenko se hace cargo formalmente de la Dirección de Operaciones al ser nombrado Antónov jefe del Estado Mayor General, puesto que él mismo ocupara después de la guerra. Cuando esta termina, Shtemenko solo tiene treinta y ocho años, y ya es, como Antónov, general de Ejército. Por negarse a criticar a Stalin,Jruschov le degrada en dos rangos. Brézhnev le devuelve sus estrellas y le nombra jefe de Estado Mayor del Pacto de Varsovia.

1 comentario:

Julio Tuñón dijo...

Recomiendo este libro a todos los lectores, haciendo una comparanza con otros libros de memorias no tiene nada que ver con lo que escriben los alemanes por ejemplo como, Kur Panzer Meyer, Otto Carius, Erhard Raus, Heinz Guderian, Edwin Rommel, o inclúso el general británico Michael Reynolds, en estas memorias podemos observar como son todo triunfalismos en tácticas y estratégias, así como en conquistas en batallas, todos tienen una visión triunfalista e inclúso que fueron los sufridores en el asédio a Stalingrado concretamente, por eso este líbro del camarada Serguei relata con gran acierto lo que verdaderamente tienen que hacer los autenticos mandos militares soviéticos.